Visto desde ahora, aunque muy valioso para mí en su día, el Trabajo con David y Norma, del que hablaba en la primera entrega de estos escritos, fue demasiado mental. No me tocó el corazón como lo haría el Trabajo con Memo, que más que tocármelo me lo quebró, me rompió el corazón, me lo destrozó. Algo parecido a lo que, como tantas veces de un modo magistral, dice Leonard Cohen:
“Uno tras otro llegan los Invitados.
Los Invitados van entrando
Muchos los abiertos de corazón
Pocos los de corazón destrozado
De pronto, todas las antorchas se encienden.
La puerta interior se abre de golpe
Y uno tras otro van entrando
con distintas formas de pasión
Y aquí toman su dulce comida
Mientras la casa y las tierras desaparecen
Y uno tras otro los Invitados son arrojados
Al otro lado del muro del jardín” [1]
Ciertamente, lxs Invitadxs van entrando con distintas formas de pasión: ira, orgullo, vanidad, envidia… Porque, sabemos, el ego – esa «venta del ser» - desde el punto de vista del eneagrama, se compone de tres elementos fundamentales, que corresponden a los Tres Centros: una fijación mental, un sobre- apasionamiento emocional y una evitación conativa (de acción)[2]
A diferencia del Enfoque Gestalt, La Atención, en mi manera de entenderla, así pues, trabaja con un enfoque ternario. Recordemos a la Trinity de Matrix. Es decir, hay una instancia que vive (1), hay otra que —aparentemente— se percata (2), y hay una tercera (3) que se percata de lo que no se percata la segunda, de los puntos ciegos en la conciencia que esencialmente son producto del carácter, del eneatipo de cada cual. O sea que en aquello de lo que nos percatamos en esa segunda instancia —la propia de la gestalt, por ejemplo— hay mentiras, falsedades, huecos, trampas…
Por ejemplo, la aparente espontaneidad emocional, el llanto, la explosión… de un eneatipo emocional o histérico, en términos generales (E2, E3, E4, en la terminología del eneagrama, con matices) puede ser falsa, mentira, manipulativa, escapatoria, defensiva… O el entusiasmo de un E7 puede tener menos futuro que un caramelo en la puerta de un colegio. O la aparente eficacia de un E3 puede ser anhelo de seguridad camuflado. O el lujurioso E8 en realidad es un niño indefenso que tiene miedo de mostrar su corazoncito… y ataca. O la adhesiva generosidad de un E2 va a pasarte factura sin que te des cuenta. En fin…
De esas sutilezas se percata, o se puede percatar, solo esa Tercera Instancia que sabe de su propio patrón automático de pensamiento, de sentimiento, de comportamiento. Y que, con entrenamiento, es capaz de distinguir lo verdadero de lo falso, lo repetitivo de lo nuevo (recordemos aquí al Neo de Matrix). Creo que haber sentido ese corazón roto del que habla Cohen (Corazón partío, que diría Alejandro Sanz…) y su posible y subsiguiente corazón abierto, da la gasolina para poder sostener la disforia de ese momento. Seguir sintiéndolo, el corazón abierto, no cerrarse en la crisis, cuando un@ se pilla en trampa, falsedad, no-verdad… en esa Tercera Instancia, es la mejor señal para sospechar que algo no está funcionando del todo. Y obrar en consecuencia… cuando se sabe, cuando se puede.
…mira que la dolencia de amor, que no se cura
sino con la presencia y la figura.
Del Cántico Espiritual de Juan de Yepes
Si quieres hacer una experiencia más amplia al respecto, te propongo que te mires la información que sigue
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