MÚSICAS PARA EL VIAJE INTERIOR: Una terapia-gestalt musical.


MÚSICAS PARA EL VIAJE INTERIOR:
Una terapia-gestalt musical.





Traigo aquí el inicio, en primicia, de lo que espero que sea mi sexto libro y que, de momento, estoy titulando así, MÚSICAS PARA EL VIAJE INTERIOR: Una terapia-gestalt musical,  para hablar de musicoterapia gestáltica, sin invadir el terreno y la marca de los musicoterapeutas profesionales. Quizás el/los libro(s), por su amplitud, se divida en dos, o en tres, con dos/tres títulos diferentes, como me aconseja mi editor, en donde recoger otras partes de lo que ahora es el CEMUGE ( véase en Curso de Especialización en Música y Gestalt). 

Los libros quieren ser un resumen de lo mejor que he podido aprender en estos más de 25 años de prácticas y usanzas, de experimentar con el Trabajo con la Música en la psicoterapia, en sesiones individuales, de pareja y de grupo (terapéutico, de formación, de Trabajo Interior…)

Ahí van las primeras páginas del primero, cuya redacción estoy empezando. Las primeras páginas de la Obertura/Prolegómenos, tal como están en el borrador actual (10 jun. 18)




















 


“Escribir sobre danza es como cantar sobre arquitectura; escribir sobre escritura es como construir edificios sobre ballet. Hay una frontera envuelta en niebla que el lenguaje no puede traspasar”
Alex Ross, desde 1996, crítico musical del New Yorker.

 






Moustaki: Canciones en francés.


“La introducción es la semilla de toda la sinfonía, sin lugar a dudas la idea principal”
Tchaikovsky[1]

Empecemos…

“Declaro el estado de felicidad permanente
Y el derecho de cada quien a todos los privilegios.
Digo que el sufrimiento es algo sacrílego
Cuando hay para todos rosas y pan blanco.
Contesto la legitimidad de las guerras
La justicia que mata y la muerte que castiga
Las conciencias que duermen en el fondo de sus camas
La civilización en brazos de mercenarios.
Contemplo morir este siglo envejecido
Un mundo diferente renacerá de sus cenizas
Pero ya no basta simplemente con esperar.
he esperado demasiado tiempo. Lo quiero ahora.
Que mi esposa se hermosa en cualquier momento del día
Sin tener que esconderse debajo del maquillaje.
Y que nunca sea pospuesto
el deseo que tengo de ella y hacerle el amor.
Que nuestros hijos sean hombres, no adultos
Y que sean lo que nosotros quisimos ser antaño.
Que seamos hermanos, camaradas, cómplices,
en lugar de ser dos generaciones que se insultan.
Que nuestros padres pueden finalmente emanciparse
y se tomen el tiempo para acariciar a sus esposas
Después de una vida de sudor y de lágrimas
y dos entreguerras que nunca fueron la paz.

Declaro el estado de felicidad permanente
sin que esto sean palabras con música,
sin esperar a que vengan los tiempos mesiánicos,
Sin que sea votado en ningún parlamento.

Yo digo que de aquí en adelante vamos a ser responsables.
No rendiremos cuentas a nadie ni a nada
Y transformaremos el azar en destino
Solos a bordo, y sin maestro y sin dios y sin diablo

Y si quieres venir, atraviesa la pasarela
Hay sitio para todos y para cada uno
Pero todavía nos queda camino
Para ver brillar una estrella nueva
Declaro el Estado de Felicidad Permanente”
Georges Moustaki,

Para este autor que empieza a escribir este libro sobre Música y Gestalt con estas palabras, para servidor, francés = Moustaki = Le Mêteque. Voilà![2]

En efecto, Le Mèteque[3] (1968), fue mi canción emblema desde la adolescencia. La aprendí a tocar con la guitarra, y la he cantado infinidad de veces. Hace relativamente poco que caí en la cuenta, que hablaba de un goloso, de un E7, como servidor, ¡vaya!

Sin embargo, aquí he querido empezar con otro himno del propio Moustaki un poco posterior - pero no tanto, 1973 -, que me conmovió en su día, y que me sigue conmoviendo ahora mismo, ¡cuarenta y cinco años después! Y que define mejor, me parece, el aspecto socio- político del autor, y de la canción francesa en general, su aspecto ético, con no menor relevancia que su aspecto estético, como también ocurrirá con la cançó (canción) catalana (Raimon, Llach, Bonet, Serrat, Montllor...), y con una cierta canción española (Paco Ibáñez, Ismael Serrano…), hijas ambas de la primera.

Y quizás sea eso el efecto psicológico principal de la música, aunque luego afinaremos un poso más esa idea: suscitar o facilitar ese estado de felicidad,  no permanente, pero quizás sí periódico, cada vez que escuchamos aquella pieza, aquella canción que sabemos que nos transporta “ahí”. Ahí, en ese país (Albanta, Parnaso, Macondo… ) donde resulta más difícil l, cuanto menos, entender, “la legitimidad de las guerras/ La justicia que mata y la muerte que castiga/ Las conciencias que duermen en el fondo de sus camas/ La civilización en brazos de mercenarios”…

Así que he querido venir a esta tierra de frontera, de trance, de transito, a Perpignan, para iniciar el prefacio de este nuevo musi-libro, tal como fui a Paris – que es donde creo que concluiré este preludio, ¡me temo!… - para escribir el epílogo del anterior sexlibro.

Entrambos[4] países estoy, así pues, entre Catalunya/España y Francia. Entre la gestalt y la Música, también. Entre la canción y la poesía.

En el sur, en Catalunya, esto se llama Catalunya Nord ¿Geografía? ¿Historia? ¿Política? En el norte, en Francia, se llama el Rosellón. Historia. Política. En la historia ha pertenecido en periodos diferentes a Catalunya, España y Francia, parece ser.

Yo me siento como si estuviera en casa, para servidor es un lugar de inspiración que he visitado con frecuencia en los últimos años. También fue el lugar donde más tiempo residí en el país vecino, un mes.

Porque servidor - nacido en Valencia, criado en Catalunya, español. Europeo -  se siente, esencialmente, mediterráneo…

“A tus atardeceres rojos
Se acostumbraron mis ojos
Como el recodo al camino
Soy cantor, soy embustero
Me gusta el juego y el vino
Tengo alma de marinero
Qué le voy a hacer, si yo
Nací en el Mediterráneo
Nací en el Mediterráneo”[5]



[3] Despectivo de “extranjero/ emigrante” como sudaca, o pinchito, o moro, o…
[4] Por emplear la expresión luliana

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